¿Por qué la Pobreza tiene rostro de mujer?

A pesar de que Chile muestra una tasa de pobreza económica del 6.5%, al considerar factores como salud y educación, la cifra asciende al 16.9%, reflejando desigualdades significativas. Las mujeres, los niños y las personas de pueblos indígenas son los más afectados, enfrentando una carga desproporcionada de trabajo doméstico y cuidados no remunerados. Aunque las políticas sociales han mejorado las condiciones, persisten brechas que necesitan un cambio en su diseño, incluyendo la voz de las mujeres.

Por Andrea Durán


Si revisamos los indicadores de pobreza económica en Chile, podemos observar una situación favorable en comparación con el escenario en latinoamericano. Argentina, por ejemplo, presenta la tasa de pobreza más alta de su historia, llegando al 52.9% según reportan las fuentes oficiales. En Venezuela, el número es de 51%; en Bolivia, es un 36.3; en Colombia el 33% y en Perú significa un 22%. En el caso de Brasil, la pobreza representa un 27.5%. En nuestro país, y según la encuesta Casen 2023, la pobreza económica llega sólo al 6.5%.

Sin embargo, no debemos olvidar que la pobreza es multidimensional y así debe ser medida. Hay que considerar variables como la salud, la educación, el trabajo, la seguridad social, las redes y la cohesión. Si consideramos estos factores, la cifra aumenta más de diez puntos, llegando a un 16.9%. Si bien no es bueno ser autocomplacientes este es un buen número si lo comparamos con la región. ¿Por qué tenemos estas cifras? El informe de Desarrollo Humano 2024 del PNUD nos indica que las medidas de alivio financiero como subsidios, el Ingreso Familiar de Emergencia, junto a factores como la reducción del tamaño familiar, han permitido la recuperación de estos indicadores, respecto a mediciones anteriores.

Estas cifras nos podrían hacer pensar que la situación económica de las familias en Chile se encuentra bien; no obstante, para quienes vivimos aquí pareciera no ser tan así. ¿Por qué será esto? porque la distribución de la pobreza no es equitativa, afecta mayormente a ciertos grupos, como son: las mujeres, los menores de dieciocho años, las personas de pueblos indígenas, a quienes nacieron fuera del país y a las personas mayores.

De acuerdo con el Informe de Desarrollo Social 2023, del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, para el año 2022 la pobreza total afecta en menor medida a los hombres (6.1%) por sobre las mujeres (6.9%). En Chile de los hogares unipersonales, un 82.2% tiene jefatura femenina.

La pobreza tiene rostro de mujer porque las mujeres tenemos una carga desproporcionada de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Tenemos una carga mental que obliga a priorizar el hogar, los hijos, el trabajo, por sobre el autocuidado. Existen avances, pero también hay muchas deudas. La pobreza tiene rostro de mujer, pues son éstas quienes se hacen cargo cuando el hogar se rompe, son éstas las responsables cuando alguien se enferma o necesita cuidados, son éstas las que enfrentan el día a día con el dinero que pueden gestionar.

Si bien las políticas sociales han contribuido en la reducción de la pobreza en Chile, se mantienen brechas, se requiere un cambio de paradigma en torno a su diseño, que implique la participación de la ciudadanía, especialmente de las afectadas: las abuelas, las madres, las hijas, indígenas y nacidas fuera de Chile. Tienen que ser incluidas si queremos mejorar su calidad de vida, ya que solo ellas saben todas las dimensiones de su vulnerabilidad. Necesitamos bases sólidas de seguridad social para que en el futuro las familias de nuestro país, en manos femeninas, cuenten con mayor bienestar y calidad de vida.

Llegó la hora de resolver los asuntos pendientes y dejar de normalizar que en Chile la pobreza tenga rostro de mujer.



Autor

  • Magíster en Ciencias de la Educación, Universidad Central de Chile. Licenciada en Trabajo Social, Trabajadora Social, Universidad Católica del Maule. Diplomada en Educación Sexual integral, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Diplomada en Educación Emocional, Universidad Nacional de Villa María, Argentina. Diplomada en docencia Universitaria y postítulo en investigación universitaria, Universidad Central de Chile. En los últimos años se desempeñó como coordinadora de vinculación con el medio. Fue diagnosticadora de Libertad Vigilada del Adulto en Gendarmería de Chile para la implementación de la Reforma Procesal Penal.

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